La cantante de 25 años y madre de dos subió al escenario vistiendo botas tipo gogó hasta las rodillas, una breve minifalda blanca y un reluciente sostén rosa que permitía mostrar una sortija en el ombligo. No había ninguna evidencia del sobrepeso que le hizo ser fotografiada por la prensa sensacionalista el año pasado.
La otrora princesa del pop comenzó la corta presentación con su primer sencillo "Baby One More Time" y recurrió a una silla de cafetería como si se tratara de una pieza de utilería del teatro burlesco. Hizo cabriolas alrededor del escenario del pequeño club House of Blues, con el apoyo de cuatro bailarines.
El corto concierto no fue un éxito para todos los asistentes, algunos de los cuales pagaron más de 125 dólares por boleto.
"Parecía que ella estuvo haciendo sincronización de labios con una pista grabada todo el tiempo", dijo con un tono defraudado, Morgan Segall, de 20 años, quien tomó un vuelo desde San Francisco para asistir al concierto por la noche.
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